Como ya les comenté, crecí en una mueblería familiar, vivimos (mis hermanos y yo) rodeados de muebles en bruto, rollos de tela y aserrín.
Sin embargo, mi hermana me dá dolores de cabeza cada vez que tiene alguna «locura decorativa», este trastorno va desde cambios de color en la habitación hasta decidir que la sala principal también sirve para clases de ballet. Vieron el «emoji» de la mujer que se pone la mano en la cara 🤦♀️ bueno, esa soy yo…
Le presenté miles de proyectos para amoblar, decorar, opciones de color, referencias de internet, en fin, hoy me dí por vencida. Me envió una imagen de su sala principal vacía con una mesa de ping pong en el centro, solo quise llorar.
Apuesto que después de una semana de uso, la mesa va derechito al depósito de los cachivaches,en broma y enserio le digo: ¡no digas que sos mi hermana, esto no puede seguir así!.
Sólo una vez, me dio el regalo de poder diseñar y amoblar su dormitorio, de principio a fin, cuidando hasta los detalles más insignificantes y consiguiendo la satisfacción total en el resultado. Al hacerlo tomamos fotos de la habitación del antes y el después, fue increíble el cambio, ¡ojalá en algún momento lo logremos de nuevo!
Primero tomé nota de que les incomodaba de la antigua habitación, por ejemplo:
- La falta de luz para maquillaje.
- Los cables expuestos de la TV.
- Una cabecera poco confortable.
Manos a la obra
Enmarcamos la cama revistiendo las paredes y espejando el fondo para dar amplitud.
Elegimos una cabecera tapizada en nobuk en busca de comodidad y calidez.
Revestimos la pared del lado de la TV armando un rack y toilette con buena iluminación, logrando buena iluminación en la zona de maquillaje.
En la misma pared embutimos una puerta corrediza que nos lleva al vestidor y un espacio para frigobar. ¡Espero que les guste el resultado!
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