Pensar que todo comenzó con las historias de «La casa del farol rojo» y con ganas de expresar el día a día de mi hogar, esa casa que estaba olvidada y la recuperé con mucho sacrificio. La gente me sorprendió, jamás pensé que alguien me leían, mucho menos que se sentirían identificados con mi experiencia.

El hecho de escribir un blog, con mi nombre real, fue lo que más me costó, salir de mi zona de confort y del anonimato, para estar completamente expuesta y haciéndome responsable de cada trabajo, fue adrenalina pura pero con toques de amor por parte de la gente que confió en mi.

Gracias a vos, sigo el camino y con ganas de batallar todos los días, a tus mensajes de buena onda y empatía. Gracias a mi equipo llevo adelante las ideas locas o los «imposibles» posibles que se me ocurren. Gracias a Dios por la salud y la creatividad que me regala.

Pasó de todo y más, en un año tuve más aprendidaje del que te podés imaginar. Entre entregas de muebles y proyectos, posteos e invetigación, se me pasó volando el tiempo. El aprendizaje fue constante y las ojeras crecieron a la par, por suerte eso tiene arreglo.

Al final de este primer añito de digo: ¡Balance positivo! Valió la pena tirarme al agua sin salva vidas. Te cuento que tenés CR Decor para rato y que sos parte de este proyecto, por que todo suma de una u otra forma.